Jardín Clásico o Jardín Francés.

Un grupo de periodistas italianos especializados en viajes visitó el Pazo de Rubianes hace unas semanas. Comenzamos la visita, como siempre, al lado del jardín francés.

Noté que uno de los invitados se sorprendió cuando empleé el gentilicio de <<francés>> como adjetivo del jardín que hay justo en frente de la casa. Al finalizar la visita me reveló la razón:

Según este periodista no debía calificarse como jardín francés sino italiano, porque era en este último en el que se inspiraba.

Entre los dos estilos jardinísticos existen pequeñas diferencias, aunque si es verdad que el primero en surgir fue el jardín clásico italiano.

El jardín renacentista nació en Italia, al rededor del S.XV, en el Quattrocento, inspirado en los jardines romanos y napolitanos; aunque la época de mayor apogeo se produjo a lo largo del S.XVI, en el Cinqueccento.

La aparición de este estilo en la jardinería no se produjo de manera instantánea, sino que fue progresiva.

Se abandonó poco a poco la creación de los jardines sagrados medievales, rústicos y funcionales que habían forjado un tipo de paisajismo cerrado, en los que se favorecían el aislamiento y la reflexión necesaria para la oración.

Éstos espacios medievales de cultivo de especies no solo ornamentales, fueron perdiendo su condición sagrada para situarse al servicio del hombre, hasta que terminaron por elevarse a la categoría de arte.

El ejemplo más típico de jardín medieval es el jardín de los claustros o el de los monasterios destinados al cultivo de plantas medicinales.

La aparición de este nuevo concepto de jardinería se produjo en una zona muy concreta de la península itálica: de Génova a Venecia, la zona central en Roma y sobre todo la región toscana, a orillas del Arno.

La importancia de los jardines apareció con el Renacimiento ligado al movimiento filosófico del humanismo, que venía a sustituir la tradicional visión teocentrista del mundo medieval, por el pensamiento antropocéntrico.

Estos cambios fueron posibles porque la sociedad en las ciudades estado de la península itálica, estaba entonces más desarrollada que el resto de Europa y se encontraban menos oprimidas por la tiranía de los Reyes o de la Iglesia.

Esta revolución en la sociedad y el pensamiento ya venía fraguándose desde antes, sobre todo con dos autores italianos como fueron Petrarca (1304 – 1374) que fomentaba el retorno a los clásicos (clasicismo) y Boccaccio (1313 – 1375) quien defendió la vuelta a la naturaleza (naturalismo).

Tanto el clasicismo como el naturalismo se fusionaron para elaborar el nuevo estilo de los jardines, creando una relación entre el ser humano y la naturaleza.

El desarrollo comenzó con Bramante (1530), quien re diseñó el patio del Belvedere, (bellas vistas en italiano) entre el palacio Vaticano y la villa Belvedere construida para el papa Julio II.

Otro importante artista en el diseño de jardines fue Rafael, quien introdujo dos conceptos radicales: la estructura del jardín en terrazas y la perfecta integración de las mismas en la Villa.

Los jardines se concebían como parte de la arquitectura, eran los propios arquitectos quienes los diseñaban revelando así su carácter racional, al considerarlos como una proyección exterior de los interiores de los palacios.

Se entendía que los magníficos jardines de las villas engrandecían a su propietario.

Como ejemplo, los jardines de la Villa Medici en Fiésole. Esta villa fue reconstruida por el famoso arquitecto Giorgio Vasari, autor también de una de las primeras guías del arte.

El jardín renacentista italiano comenzó su declive con la muerte de Giacomo da Vignola en 1573, uno de los más grandes creadores de jardines clásicos renacentistas.

Este estilo clásico de jardinería terminó sirviendo de inspiración a los paisajistas y arquitectos de la época, quienes comenzaron con un nuevo estilo que se trasladó a Francia.

En el año 1418 los borgoñes y los ingleses expulsaron de París al rey Carlos VII y la vida de la corte pasó al val du Loire a Touraine.

La realeza francesa se liberó así de las antiguas construcciones de sus antepasados y comenzaron a construir nuevos palacios, como el maravilloso Chambord.

Surgieron nuevas ideas para diseñar los palacios y aparecieron los jardines importados de Italia, en donde Carlos VIII, Luis XII y Francisco I habían pasado largas temporadas durante diferentes campañas.

También se reformaron algunos de los ya existentes por aquel entonces, como las fortalezas de Blois o Amboise.

El jardín formalista francés nació en el S.XVIII como una revisión del jardín italiano y se extendió por todo el mundo, con su propia personalidad, gracias a la hegemonía de Francia en ese siglo.

Al igual que el jardín italiano, el formalista francés quería someter a la naturaleza a través del racionalismo con la utilización de perspectivas, complejas topiarias y vistosas geometrías.

André Le Nôtre fue su gran figura.

El jardín paisajista inglés nació como reacción al formalismo francés, contra la densidad cultural y simbólica de los jardines italianos.

El estilo inglés reivindicaba el valor del paisaje por sí mismo y se caracterizaba por la libertad en la disposición de las plantas ornamentales, aunque era más aparente que real.

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