Jardín francés del Pazo de Rubianes

José Diego Maciñeira

En el jardín del Pazo de Rubianes vuelven a florecer nuestras más de cuatro mil camelias.

No todas abren sus capullos al frío invierno, de hecho ya hay algunas que han terminado su floración, mientras otras apenas han comenzado.

Camelia Sangre de Pichón del jardín del Pazo de Rubianes

Como un flaneur que pasea por el jardín, hoy me encontré con la flor de camelia Sangre de Pichón, también conocida como Nazareno.

Ésta es una flor particular, porque es de las pocas flores de camelia existentes de origen español; en concreto fue creada por los viveros Maciñeira, en Galicia.

Maciñeira es un apellido que atesora mucha historia, en esta entrada descubriremos  una pequeña parte de la misma.

Comenzamos con el responsable de la creación de la flor que he mencionado: José Diego Maciñeira.

Los ancestros de don José Diego fueron personajes destacados en su tiempo y, casi con toda seguridad, los responsables de su legado, no solo material, sino también cultural.

Inoculados por el gen de los amantes de la naturaleza en general y del reino vegetal en particular, lo fueron transfiriendo de generación en generación.

Su padre, el ilustre arqueólogo y político gallego don Federico Maciñeira Pardo de Lama, fue quien le transmitió el gusto por la flora, sobre todo de las camelias, que comenzó a plantar en la finca familiar.

Con anterioridad, su abuelo, don Vicente Pardo de Lama, había sido de los pioneros en plantar Eucaliptos allá por el año 1870.

Pero fue don José Diego quien le dio el último gran empujón a la finca, al dedicar treinta hectáreas, de las cien que tiene la propiedad, para el cultivo de camelias.

Convirtió el Pazo Torre da Lama, en la mayor plantación de ese tipo de árbol en toda Europa y la segunda a nivel mundial.

Don José Diego empleaba una técnica curiosa y nada convencional para su tiempo. Consistía en colocar cerca de las camelias, colmenas de abejas durante el periodo de floración, porque según él mismo decía “las abejas realizan el trabajo duro de la recombinación del material vegetal”.

Palabras sabias hoy para cualquier agricultor autosuficiente o amante de la permacultura, pero que para él resultaban de un razonamiento obvio.

Cuando los insectos terminaban el trabajo, recolectaba las semillas, las sembraba en filas y, años más tarde, seleccionaba los ejemplares que le resultaban más interesantes.

Finalmente trasplantaba las pequeñas camelias a terrenos de monte donde los veía crecer con mucha paciencia, tal vez de ahí venga su fama de ermitaño.

Cuando alguna camelia destacaba por su flor, colocaba estaquillas en la tierra a los pies de la misma madre para saber a que ejemplar pertenecían.

Bautizaba las nuevas flores con nombres identificativos de la parcela donde nacían o con el nombre de algún personaje famoso; incluso a veces les daba algún nombre local o el propuesto por algún amigo.

De cualquier modo y, como no podía ser de otra manera, solo unas pocas llegaron a triunfar y tener nombre propio, que aún hoy se conocen a nivel internacional.

Entre las más importantes destaca Torre de Lama, su camelia preferida, que le proporcionaba una flor de color blanco.

Otras flores de camelia eran:

Eugenia de Montijo, Do Pozo, Millarenga, Nazareno, Reboreda, o la flor con un nombre tan español como sangre de toro… y como no podía faltar, una con su nombre, camelia Don José Diego Maciñeira, del año 2000.

Camelia don José Diego Maciñeira

Como curiosidad, hace algunos años consiguieron una flor de camelia de color negro, pero la llevaron a una feria y desapareció.

La flor Sangre de Pichón o Nazareno no está muy difundida. En el jardín del Pazo tenemos una camelia con esta flor. Por lo general es de floración entre temprana y media estación, es decir que florece en el mes de enero.

La flor es de color rojo púrpura, de ahí los nombres que recibe.

La forma es de anémona y suele medir entre 7,5 cm y 10 cm de diámetro.

Es una camelia japónica que aunque son originarias de la isla de Goto en japón, ésta en concreto se creó en el Pazo Torre de a Lama, situado en la desembocadura del río Sora, a orillas del mar Cantábrico, en San Cristovo de Ribeiras do Sor, Mañón, A Coruña.

A la izquierda, agarrado a un bastón, don José Diego Maciñeira

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